Maquillarse: Un acto sorprendentemente histórico

21 noviembre, 2017

En ocasiones oigo comentarios que me hacen reflexionar tales como que maquillarse es un acto puramente narcisista o que se trata de una banalidad, llegando en ocasiones a minusvalorar la profesión a la que personas como yo nos dedicamos. Profesión, por cierto, desarrollada en su mayor parte por mujeres (curioso, no?).

Para entender el valor y el poder del maquillaje tal y como lo concebimos hoy en día es fundamental conocer su origen y evolución a lo largo de la historia aunque sólo sea a través de “pequeñas pinceladas”.

Podría decirse que el maquillaje comenzó siendo utilizado por el ser humano como medio de comunicación no verbal (identificación de tribus, estatus social o de poder, oficios, etc..), cosa que se ha mantenido hasta la actualidad.

Paralelamente, en todas y cada una de las civilizaciones desde la Era de las cavernas hasta el tiempo presente, la mujer ha desarrollado de manera innata una especial sensibilidad por su propia imagen. Egipcias, griegas, romanas, asiáticas, en la Edad Media, en el Renacimiento, etc; en los diferentes siglos hasta llegar a la actualidad, hemos vivido prestando especial atención a los cuidados estéticos. Inevitablemente, esta sensibilidad evoluciona hasta conseguir magnificar la belleza natural, interpretando a través del maquillaje nuestra propia personalidad.

El maquillaje a lo largo de la historia pasa por diferentes momentos, la estridencia y el exceso presentes en unos siglos vendrá a ser sustituida por la moderación de otros hasta llegar al siglo XX, siglo en el que la imagen adquiere el mayor protagonismo. Dos guerras mundiales, avances tecnológicos y el nacimiento de la sociedad de la comunicación con el cine y la televisión como abanderados, otorgan a la imagen de la mujer especial importancia revolucionando en consecuencia el mundo del maquillaje. Artistas como Greta Garbo, Sofía Loren, Marilyn Monroe, Brigitte Bardot, Meryl Streep, entre otras, se convierten en modelos de belleza a imitar creando moda por la forma en que son maquilladas. Ya no hay vuelta atrás, la mujer incurre en el mundo laboral y lo hace dando una imagen especial donde el maquillaje estará siempre presente.

Instalada en un nuevo papel social, la mujer trabajadora e independiente utilizará, entre otros muchos, los recursos que proporciona la cosmética para reforzar su propia identidad.

En la actualidad, hablar de maquillaje es hablar de arte, cada mujer tiene el suyo propio, perfectamente estudiado y adaptado a su estilo de vida. Más allá de constituir un complemento más, el maquillaje ha sido y será el elemento que nos hace únicas, nuestro mayor secreto de belleza por el impacto que produce en quien lo percibe.

Como maquilladora profesional, considero que el arte de maquillar debe aunar ética, estética y conocimiento de su evolución a partes iguales, necesarias para poder conservar reminiscencias de otros tiempos perfectamente integradas en el presente que nos alzan a la vanguardia del maquillaje actual.